jueves, 25 de abril de 2024 08:58h.

El cuento es muy sencillo

Así comienza Currículum, esa can­ción poema que Serrat y Benedetti compusieron con los acordes de la belleza y la ironía de la vida: el único currículum en verdad importante.

Benedetti se fue, creo que con el cuento bien aprendido. Sus poemas lo demuestran.

Serrat, el cantor de nuestro tiempo, el que llena  y vuelve a llenar estadios, teatros y plazas con sus canciones, el que musicó y popularizó poemas de Machado y Miguel Hernández, nos dice que se jubila de los escenarios, que ésta será su última gira. Su última temporada. Serrat bajará del escenario y, a muchos, nos habrá regalado bandas sonoras de momentos inolvidables. Así, a veces, me entretengo con esas pequeñas cosas, me embarco en el barquito de papel, me siento a esperar con Penélope o soy  la chiquilla que se va de casa: ¡Qué va a ser de ti! Me ciega el resplandor del pueblo blanco y siempre, siempre, las olas de Mediterráneo me inundan de sal y de gracia.

Me ha venido  a la cabeza la letra de Curriculum, a raíz de la relectura de La tregua, novela que Benedetti publicó en 1960, y que no creo deje indiferente a nadie. Si podemos considerar que el vacío existencial existe, creo que lo que refleja Benedetti sobre la vida de su protagonista se le acerca bastante. 

Martín Santomé es un tipo triste, con un saldo de soledad y rutina que ya lo quisieran algunos para su cuenta bancaria. Un hombre que desea -y teme a la vez- ese tiempo de ocio que le llegará con la jubilación, aunque intuya que su vida cambiará bien poco. Quizás porque sepa que  no hay puertas mágicas que hagan pasar de la monotonía a la vitalidad, si la alegría de vivir  no  ha sido ejercida día tras día.

Leí que, preguntado Benedetti por el sesgo amargo de la novela, él contestó, con su habitual ironía, que la escribió cuando era pesimista. Para mí que con esa novela y ese personaje, lo que Benedetti construyó fue el negativo de otro; quizás el negativo de sí mismo. Mostrándonos a un pobre hombre que deja que la vida le pase por encima, nos está diciendo lo que él no es, ni sería nunca.

Es irónico Benedetti; y en su ironía yo veo la alegría tierna de sus ojos. Lo mismo que veo esa mezcla de candidez, picardía, humanidad y ternura en la chispa que irradian los ojos de Serrat.

Es esa la chispa de quien vive la vida con júbilo, de quien vive defendiendo la alegría hoy sí y mañana también. De quien no necesita de treguas porque sabe que no está en un combate, por mucho que algunos se empeñen en convertir la vida en un campo de batalla, en un perpetuo castigo o en producto de mercado. 

Sí: la jubilación es un capítulo más de este cuento tan sencillo de la vida que, como dijo Benedetti y canta Serrat: “Es como un laberinto, en sus momentos claves, infierno o paraíso, amor o desamparo, y siempre, siempre un lío”.

El hermoso lío de vivir.