viernes, 29 de marzo de 2024 00:06h.

‘La hermandad de Huntsville’

Columna de José Marcelo

J. Francisco Guerrero López, escritor y profesor de la Universidad de Málaga, nos vuelve a sorprender con su nueva novela, La hermandad de Huntsville. Le sirve de argumento el problema psicosocial de la dependencia a las adicciones,  así como sus consecuencias, desarrollando este tema en un ambiente social sórdido y alentado los personajes por el pensamiento de la fugacidad de la vida.

La grandeza de la novela reside en el enfoque narrativo que le da el autor, atreviéndose a hacerlo en primera persona, y con ello consigue  implicarse como un personaje más. Empleando un método que yo quiero denominar ‘el silencio de los espejos’. Porque consiste en escuchar el silencio. Ese silencio que grita a voces lo que piensan, sienten y padecen los personajes. Lo hace desentrañando sus al­mas, hasta mostrarnos cómo son en verdad. La hermandad de Huntsville vive atrapada en ese ‘silencio de los espejos’: en la soledad de sus almas, lejos de todas las miradas deformes, y obligados a escuchar sus conciencias.

Huntsville alude esa cárcel en la que se espera la condena de muerte. Vivir en este estado de alerta supone no reposar sueño alguno,  estar en vigilia. Para los personajes de la hermandad  se convierten sus vidas en una pesadilla, donde afloran todos los miedos. El mayor miedo es perder la identidad, ‘no ser’. 

Y, a modo de confesión, el autor nos muestra los perfiles anímicos de cada uno de ellos, y también el suyo propio, porque acaba siendo  el personaje que sobrevive para contarlo.  Todos estaban hermanados por los mismos sentimientos y emociones. Pero la cruda realidad les supera. La fugacidad de la vida es su perdición. 

Realiza Francisco Guerrero una extraordinaria puesta en escena de las emociones. Esto nos hace pensar en una novela psicológica. Pero es también social y humana, porque sus raíces ahondan en las entrañas del ser humano.  Y filosófica, porque te obliga a hacerte preguntas y a que encuentres las respuestas.   Y si no quieres sentir la pesadilla de estar perdido como los personajes de la novela, debes buscarle un sentido a la vida.
Nadie se sentirá indiferente. En esta historia no vale con decir me identifico o no me identifico con los personajes.

Aquí lo que hace es preguntarte ¿quién eres tú?, ¿cuáles son tus miedos? El autor habla de tus silencios, los de él y los de todos. Esto hace que sea una novela con alma, que te invita a conocerte. 
Y el final de la historia de esta novela lo ha decidido el autor. Pero de tu vida, ¿quién lo decide?  Esta es otra pregunta que te obliga a responder.  Este es el eje central de pensamiento al que el autor nos conduce.

Francisco Guerrero ha bebido de los manantiales del pensamiento existencialista para mostrarnos una obra de este calibre, y recurre a poetas como Charles Baudelaire y Dylan Marlais Thomas, a los que hace mención en la novela,  con el objetivo de hacernos pensar en ellos y en cómo fueron sus existencias.     Que nos venga a la memoria sus versos: “Y arroja ante mis ojos, de confusión repletos, / vestiduras manchadas y entreabiertas heridas, / ¡y el sangriento aparato que la destrucción vive! (Del poema Destrucción del libro Las Flores del mal, de Charles Baudelaire).